
La respuesta fue negativa. Quizás se excedió a la hora de pedir dinero, pero veo más probable que el problema radique en la calidad del cuerpo. Las hipotecas dejan sus secuelas y a uno se le queda el culo duro de tanto apretarlo, el entrecejo lleno de arrugas y el espinazo doblado. Si el cadáver fuera, por ejemplo, de un político, yo estaría dispuesto a pagar hasta 500.000 euros. Es difícil encontrar un cadáver a estrenar.
Fuera de estos pequeños detalles -que podría ajustar el propio libre mercado, tan entendido él en estos menesteres-, a mí me parece una idea cojonuda. Uno se podría acercar al banco para decirles que este mes no paga hipoteca, pero que estuvieran tranquilos, que a cambio dejaba en depósito un brazo para su posterior plastificado o incluso el cuerpo entero de su suegra. Como en todo, quedarían bien diferenciadas las clases sociales: los ricos se crionizan -como Walt Disney- y los pobres se plastifican -como el DNI-.
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